03 de octubre 2018
La naturaleza en su estado más puro es el mejor ejemplo del funcionamiento de sistemas complejos. Por desgracia, la necedad y la ambición humana han potenciado un concepto de progreso que tiende a arrasar todos los ecosistemas.
Así, no es de extrañar que estemos experimentando las consecuencias de nuestros actos: este depredación ha generado un profundo desequilibrio de los ciclos naturales, lo que impacta directamente no sólo a animales y especies vegetales, sino también a la propia humanidad.
Por ejemplo, el ser humano ha amenazado a animales cuyo rol es esencial para el mantenimiento del equilibrio de la cadena alimenticia. Como consecuencia tenemos el aumento de otras especies, que se convierten en invasoras y cambian la geografía.
Por suerte, aún podemos tomar acciones para revertir el daño. Esto es lo que comprueba una asombrosa experiencia llevada a cabo en el Parque Yellowstone, Estados Unidos. Se trata de un emocionante ejemplo que da cuenta de cómo la reinserción de un grupo de lobos tiene efectos positivos no sólo sobre el control de otras especies, sino también sobre el paisaje.
Aquí les dejamos la transcripción de un video que demuestra que todo está conectado. En Ciudad Sostenible creemos que esto debe hacernos reflexionar sobre la importancia de desarrollar toda actividad respetando los entornos y los ciclos naturales.
Uno de los descubrimientos científicos más increíbles del siglo pasado ha sido el de las extensas cascadas tróficas. Cascada trófica es un proceso ecológico que comienza en la parte más alta de la cadena alimenticia y va saltando hasta llegar al fin de la misma.
Un ejemplo clásico fue lo ocurrido en el Parque Yellowstone, en Estados Unidos, cuando los lobos fueron reintroducidos, en 1995. Ahora sabemos que los lobos matan a varias especies de animales, pero quizás no seamos conscientes de que dan vida a muchas otras.
Antes de que los lobos volvieran, estuvieron ausentes 70 años. El número de ciervos, ya que no había quién los cazara, crecía y crecía en el Parque Yellowstone. A pesar de los esfuerzos humanos por controlarlos, habían causado una reducción de la vegetación a casi nada: simplemente la borraron; se la comieron toda.
Pero tan pronto llegaron los lobos, aunque eran pocos, empezaron consecuencias asombrosas: lo primero fue acabar con algunos ciervos; pero éste no es el primer logro. Lo más importante es que cambiaron radicalmente el comportamiento de los ciervos: los ciervos comenzaron a evitar determinadas zonas, especialmente en las que eran presas fáciles, particularmente los valles y las gargantas.
E inmediatamente esas zonas comenzaron a regenerarse. En algunas zonas la altura de los árboles se quintuplicó en sólo seis años. Partes desnudas de los valles se convirtieron rápidamente en bosques de álamos y sauces, y tan rápido como esto ocurrió los pájaros comenzaron a llegar. El número de pájaros cantores y de aves migratorias aumentó.
El número de castores comenzó a crecer, porque a los castores les gusta comer árboles; y los castores, como los lobos, son ingenieros del ecosistema: ellos crean nichos para otras especies y las represas que construían en los ríos servían como hábitat para nutrias, ratas de río y patos y peces y reptiles y anfibios.
Y los lobos acabaron con los coyotes y como resultado el número de conejos y ratones comenzó a aumentar, lo que se tradujo en más águilas, más comadrejas, más zorros, más mofetas.
Cuervos y águilas calvas bajaron a alimentarse de la carroña que los lobos dejaban. Los osos se alimentaban de ella también, y su población comenzó a crecer; en parte, porque había más moras creciendo en los arbustos regenerados. Y los osos reforzaron el impacto de los lobos, acabando con algunas crías de ciervos.
Pero aquí viene lo realmente interesante: los lobos cambiaron el comportamiento de los ríos. Comenzaron a serpentear menos: había menos erosión, los canales se estrecharon, se formaron lagunas y rápidos… y todo esto es bueno para la vida animal.
Los ríos cambiaron en respuesta de los lobos y la razón fue que la regeneración de los bosques estabilizaba la tierra que se derrumbaba antes, y así los ríos consolidaron su curso. De igual manera, alejar a los ciervos fuera de algunos lugares y que la vegetación se recuperara en la ladera del valle hizo que el suelo se erosionara menos, estabilizando todo.
Así, un pequeño número de lobos no sólo transformó el ecosistema de Yellowstone, una extensión gigantesca, sino también transformó la geografía del parque.
? Revisa un artículo del Ethology Institute Cambridge y otro de The National Geographic.
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