26 de diciembre 2018
Una ciudad sostenible abre sus espacios públicos al arte, la cultura y la entretención, privilegiando a los peatones por sobre los autos. Precisamente, eso es lo que ocurre gracias al Paseo Bandera, cuyo segundo tramo fue inaugurado a fines de diciembre.
Esta nueva intervención urbana contempla la extensión hacia la calle San Diego, cruzando la Alameda por un paso bajo nivel donde otrora circulaba el transporte público. De este modo, el paseo completo logra sumar 10.200 metros cuadrados de pintura mural y de piso.
En Ciudad Sostenible siempre apoyamos las iniciativas que devuelven las calles a las personas, porque así pueden sentir más propios los espacios que habitan a diario. Y si a esto se suman actividades comerciales, recreativas y culturales… ¡mucho mejor!
Nuestro director general, el arquitecto Andrés Cataldo Cunich, nos ofrece una reflexión que va más allá de los hermosos murales, porque la importancia del Paseo Bandera tiene que ver con el modelo de ciudad y de sociedad que queremos construir. O sea, cómo queremos vivir.
La intervención
“Lo que hacen estas intervenciones de urbanismo táctico es cambiar la cara de la ciudad, a través de cambios en los usos del espacio público cotidiano, con la idea de que las personas puedan ver el potencial que tienen sus propias calles”, explica.
“Me parece muy interesante que haya existido un movimiento para lograr que el proyecto se mantuviera en el tiempo. Eso significa que la gente logra tener conciencia de que sus demandas tienen que ver con el diseño de la ciudad”, asegura Andrés Cataldo.
Según el profesional, uno de los mayores hitos de esta segunda etapa del Paseo Bandera es la conexión que logra entre dos zonas geográficas de Santiago: el lado norte con el lado sur: “El hecho de que pase por abajo podría potenciar el eje San Diego, eliminando así la gran barrera que la Alameda significa para los peatones”.
“En eso veo la posibilidad de trazar una ciudad mucho más consciente de sus valores, de la cercanía de sus espacios y de la potencia de sus barrios tradicionales de comercio. Y, en definitiva, de tener una ciudad más conectada, mucho más caminable y, por lo mismo, mucho más sostenible”, asegura.
Una ciudad distinta
“La gente está ávida de cosas interesantes, pero no tiene muchas alternativas. Este proyecto cambia la lógica de una calle de hormigón, llena de autos, y la convierte en un espacio público divertido, muy lúdico, muy distinto, con perspectivas irreales, con eventos… ¡Eso es un gran aporte!”, señala nuestro director general.
Agrega que lo interesante de este fenómeno es que, de repente, aparecen alternativas como ésta, que dan la opción de tener una ciudad distinta. Por lo mismo, a su juicio este tipo de intervenciones deberían replicarse en muchas más calles de Santiago y en otras regiones.
“Me gustaría, por ejemplo, que se hiciera un gran proyecto en la Alameda, que hiciera que los autos fueran por debajo del Metro, y que arriba se creara un gran espacio público para las personas: que todo fuera caminable, lleno de comercio, de actividades culturales. En definitiva, que se potencia su uso desde lo caminable”, asegura el experto en sostenibilidad.
¿Qué falta?
Pese a todo lo que hemos descrito, para el arquitecto el Paseo Bandera actualmente es, más que nada, “un lugar para caminar y sacarse fotos cuando las personas están en el centro”. Esto no es malo… pero aún falta brindar algunas características al proyecto.
“Para que la gente se apropie del lugar y lo sienta como un panorama, que tome la decisión de ir a pasar parte de su tiempo allá, es esencial que haya programa, con una activación mucho más grande y potente de lo que se ha hecho hasta ahora”, explica.
¿Cómo se podría lograr eso? Por ejemplo, que los primeros pisos de todos los edificios hacia paseo Bandera incluyeran actividades que a la gente le gustaría hacer: espacios culturales ciudadanos, espacios de comercio poco tradicional, eventos al aire libre, ferias de libros, de intercambio de bienes, etcétera.
Algo de esto es lo que se logró con la inauguración del segundo tramo del paseo, a través de un pequeño programa que contempló una feria navideña y unos foodtrucks, lo cual activó la relación entre la ciudad y sus habitantes.
Pero nuestro director reflexiona: “¿Qué pasa cuando no hay este tipo de actividades? Si no programamos los edificios, si no transformamos el uso de nuestros edificios, el Paseo Bandera sólo será una bonita calle pintada. Por eso tiene que ser más: ¡tiene que ser la nueva forma de construir el centro!”.