01 de octubre 2018
Las grandes avenidas de Buenos Aires son un espectáculo muy atractivo e inspirador. Y pese a ser una ciudad comparable con Santiago, tiene una atmósfera diferente: su arquitectura monumental, el estilo de vida de sus habitantes, su cultura del café, el uso del espacio público.
Respeto del último punto, el Gobierno de Buenos Aires tiene un programa de mejora de las calles y los espacios públicos, que define áreas de intervención con prioridad peatonal en el centro histórico, en microcentro y los barrios de Montserrat y Once.
El plan busca mejorar la calidad de vida de los barrios y la seguridad de las personas. También quiere fortalecer la diversidad de actividades y promover su función como lugar social de encuentro, con estrategias tales como: ensanchar los espacios peatonales; nivelar las calzadas; mejorar la Iluminación; e incorporar bicicleteros y mejor mobiliario urbano.
Simple y útil
En el contexto de este gran plan queremos destacar unas intervenciones menores que pueden pasar inadvertidas, pero que cuando se analizan con mayor detalle nos damos cuenta de que son un gran aporte. Se trata de ensanchamientos de las veredas, con características muy simples:
Para poder cambiar la lógica de las calles fue necesario un estudio profundo y detallado de su morfología y del comportamiento de peatones y automóviles. De hecho, el Gobierno de Buenos Aires describe técnicamente el proceso de análisis para realizar sus intervenciones:
“Específicamente, se analiza por donde cruzan los peatones, si se respetan sus líneas de deseo, si esperan en la calle o en la vereda, si son visibles para los automovilistas y si hay suficiente lugar para que circulen. A su vez, se detectan espacios no aprovechados (exceso de asfalto) para que puedan ser recuperados para los peatones”.
Objetivos del plan
Este plan de intervención tiene varios objetivos, los que van en directo beneficio de los ciudadanos de la ciudad de Buenos Aires:
Con todo, los resultados positivos que se buscan son:
Lo interesante de esta intervención es la ubicación estratégica de estos puntos, ensanchando y modificando los cruces peligrosos, haciéndolos no sólo más seguros para los peatones, sino también más atractivos.
Calles y plazas
Unos de los objetivos principales fue la clarificación de los recorridos vehiculares, marcando sus límites con claridad. Esto tiene por objetivo ordenar los flujos, impedir detenciones en lugares inadecuados, así como entregar al peatón la información y seguridad necesaria para cruzar calles y avenidas.
Para los espacios de usos mixto o complejo pintaron patrones diferentes en el pavimento, con el fin de alertar a transeúntes y choferes de la posibilidad de encontrarse con flujos importantes. Estos patrones son funcionales y además entregan un aspecto contemporáneo a las calles.
Pero no todo es circulación de vehículos. También se generaron pequeñas plazas, lugares donde tener un descanso o para sentarse a observar: sillas y mesas fijas al suelo que permiten un almuerzo de paso, una conversación casual o un juego de cartas.
El mensaje que entregan estas intervenciones es que no es necesario hacer grandes inversiones, demoler y reestructurar toda la vialidad de una ciudad para hacerla mejor. Con simples operaciones, respaldadas por buenas ideas, es posible mejorar mucho la calidad de las calles y avenidas por donde siempre transitamos.
Recuperemos los espacios que han sido entregados a los autos. Hagamos de nuestras ciudades un lugar más peatonal, más social, más seguro. Europa, por ejemplo, cada vez más interviene y peatonaliza sus centros históricos: ¡las ciudades ya no pueden seguir creciendo bajo la lógica automovilística!
[Fotos: Gobierno de Buenos Aires].